domingo, 28 de julio de 2024

¿Cómo preparo mi clase?

 ¿PREPARO MI CLASE PARA ENSEÑAR O PARA QUE EL ALUMNO APRENDA?

 Héctor Viale Tudela

https://revistas.upc.edu.pe/index.php/docencia/article/view/7/150

Foto: cortesía de Jimy Chávez

Cuando preparamos y organizamos nuestra clase no debemos hacerlo pensando únicamente en qué vamos a decir o cómo lo vamos a decir. La organización de la clase debe ir más allá de la preocupación del docente por centrar el desarrollo de la misma en su dictado. Debemos incorporar tareas para que el estudiante tenga una actitud activa durante la clase y no se limite únicamente a desarrollar las habilidades intelectuales que corresponden a la situación pasiva de escuchar al profesor. Debemos procurar que el estudiante involucre en su proceso de aprendizaje más habilidades intelectuales que le ayuden a desarrollar el aspecto cognitivo, con lo cual, el docente pasaría a tomar un rol de mediador y así entregarle el protagonismo al estudiante. Debemos buscar un equilibrio entre el docente, el estudiante y las tareas o actividades diseñadas para tal fin.

En ese sentido, resulta preocupante que nosotros, los docentes, con frecuencia, planifiquemos nuestras clases previendo principalmente lo que diremos en nuestra exposición cuando podría ser más fructífero para el aprendizaje de los alumnos que nosotros también planifiquemos actividades y tareas para que las realicen los estudiantes a fin de aprender los temas de las asignaturas. Es urgente que los estudiantes empiecen a desplegar mayor actividad intelectual que únicamente la implicada en escuchar al docente. Pero es urgente, también, que los docentes cambiemos nuestra visión en relación con el aprendizaje de los estudiantes.

En concordancia con lo mencionado señalamos, además, que el alumno es el principal responsable de su propio aprendizaje y nosotros debemos diseñar nuestras clases para asegurarnos que así sea. En la medida en que no logremos que el alumno aprenda de manera autónoma, seguiremos formando profesionales incapaces de cambiar la sociedad en la que vivimos. El país necesita profesionales que forjen su futuro y sean los líderes del cambio, capaces de resolver los viejos problemas de la sociedad de una manera innovadora y creativa.

La propuesta es, entonces, que sea el estudiante el que “trajine” durante la clase y lo ilustraremos de la siguiente manera: la intervención del profesor debe ser la necesaria y suficiente. La figura del alumno es la que debe destacar. Debemos buscar que el alumno acceda al conocimiento con entusiasmo, lo que ocurrirá si el alumno es el protagonista del sistema de enseñanza-aprendizaje. El profesor debe representar en el aula un recurso más para el aprendizaje del alumno. El conocimiento que debe adquirir un alumno es importante, pero mucho más relevante es el proceso de aprendizaje que logre él mismo. Se espera del profesor que favorezca el aprendizaje de sus alumnos en una atmósfera de tolerancia y respeto. Se le pide, además, crear situaciones de aprendizaje variadas y estimulantes en lugar de imponer un conocimiento de forma omnipotente. Pretendemos colocar en el centro del sistema de enseñanza-aprendizaje, al alumno, alrededor del cual debe girar la institución, el profesor y los conocimientos. Busquemos minimizar el protagonismo del profesor en el salón de clases, pero para esto, es clave el rol del docente. Más adelante, hablaremos de la importancia del rol docente.

domingo, 14 de julio de 2024

Te cuento un cuento: esfuerzo y disciplina

 

        Foto[1]: cortesía de Jimy Chávez

 

TE CUENTO UN CUENTO: AL ESFUERZO Y A LA DISCIPLINA… ¿SE LES ACABÓ LA MAGIA?

 

Héctor Viale Tudela

 

Esta historia la escuché por primera vez cuando estudiaba en la universidad. No recuerdo cómo llegó a mis oídos ni quién es el autor. Lo único que recuerdo es que esta historia, cuando la escuché, me animó a seguir esforzándome por alcanzar mi sueño de ser profesional. Me propuse contarla cuantas veces fuese necesario para mostrar la importancia del esfuerzo y la disciplina en el día a día en la actividad en la que estuviésemos inmersos. Más adelante, como docente en la universidad, se la he contado a mis alumnos en alguna oportunidad y espero que haya calado en ellos o, por lo menos, en uno de ellos. Con esto, me doy por muy bien servido.

 

He aquí la historia. Había una vez, en un pequeño pueblo de la serranía peruana, un campesino que vivía con su esposa y sus tres hijos en una casita alejada de la población y rodeada de tierras que ellos mismos cultivaban. En el pequeño huerto que se encontraba en la parte posterior de la casa abundaban las lechugas, los rabanitos, las berenjenas, los ajíes y los zapallos. Debido a la calidad de la tierra, los zapallos y las berenjenas eran enormes y tenían, al igual que el resto de los productos, hermosos colores difícilmente reproducibles en algún lienzo. Un poco más alejados, a la derecha del huerto, estaban los árboles frutales: paltos, plátanos, papayas, limones y guanábanas. En el otro extremo, y por la cabecera, corría el río, torrentoso y bullicioso. El aire que circulaba estaba permanentemente impregnado de un perfume natural que acariciaba la nariz, henchía los pulmones y se clavaba directamente en el cerebro. Era un aire rural, muy distinto al urbano.

 

Debo confesar en este preciso instante que la narración de esta historia andaría por buen camino si no es porque he pecado al exagerar diciendo que la familia vivía en un campo que ellos mismos cultivaban, cuando en realidad el único que cultivaba el campo era el padre pues sus hijos estaban muy pequeños como para dedicarse a las labores de la tierra.  Hecha la confesión, regreso a la historia.

 

Podríamos decir que era una familia feliz. No les faltaba nada y vivían de lo que producían en su huerto. Si necesitaban algún producto que ellos no producían, intercambiaban sus productos con los vecinos. Por otro lado, mientras el papá estaba en el campo, la mamá se dedicaba a los quehaceres del hogar y al cuidado de sus hijos.

 

Así fueron pasando los años. Los chicos crecieron y el papá y la mamá se hacían cada vez más viejos. Lamentablemente, muchas veces los chicos siguen siendo chicos ante los ojos de los papás y los protagonistas de esta historia no escapan a ello. Los hijos ya habían crecido y eran unos jóvenes que nunca habían cultivado la tierra. Sin embargo, los papás los seguían viendo como chicos.

 

Fueron pasando los años y al papá, ya viejo, no le alcanzaban las fuerzas para continuar, como lo venía haciendo, con el cultivo de la tierra y, por otro lado, los hijos no querían ayudarlo. No papá, le decían, encárgate tú solo. Poco a poco, lo que antes era un campo verde, empezó a secarse y las plantas ya no crecían. Muy pronto, el otrora abundante huertito parecía un campo abandonado. Los hijos nunca se ofrecieron a trabajar el campo pues no les interesaba. Nunca se ofrecieron para ayudar a su padre.

 

Presintiendo que ya se acercaba el fin de sus días, postrado en su cama, mandó llamar a sus hijos para decirles que ya las fuerzas lo abandonaban y que sentía que muy pronto partiría. Les pidió que cuidasen de su madre y en un tono de complicidad les contó que había enterrado un gran tesoro en alguna parte del huerto que en ese momento no recordaba. Dicho esto, el padre expiró. Los hijos lo lloraron y luego de las típicas fiestas de la serranía peruana, previas al funeral, lo enterraron en un sitio especial del huerto. Luego del entierro, los hijos se quedaron hasta altas horas de la noche conversando en relación con el tesoro que su padre les había comentado. Incluso, ya habían decidido qué hacer con el dinero y cómo se lo repartirían y en qué lo gastarían. Se organizaron de manera muy especial de modo que no se les escape ningún detalle. Discutieron algunas ideas más y, finalmente, decidieron empezar la búsqueda del tesoro, muy temprano, al día siguiente.

 

Y así fue. Muy temprano por la mañana, luego de un buen desayuno, los tres hermanos se levantaron provistos de picos, lampas y todas las herramientas necesarias dispuestos a remover la tierra de todo el huerto con la finalidad de encontrar el tesoro. Debido a la extensión del huerto, esta operación les tomó una semana completa. Se levantaban muy temprano y removían la tierra hasta el mediodía, hora en que tomaban su almuerzo y aprovechaban para descansar un poco. Una vez recuperadas las fuerzas continuaban hasta muy avanzada la noche, momento en que terminaban la labor y se dirigían a descansar para recuperar fuerzas para el día siguiente. Todo este trabajo lo hicieron de una manera muy organizada y con mucha disciplina. Ninguno de los tres podía flaquear. El objetivo era claro: había que encontrar el tesoro que el viejo había enterrado.

 

Luego de una semana de intenso trajín, después de haber terminado de remover la tierra de todo el huerto, y al no haber encontrado ningún tesoro, los hermanos, desanimados, se reunieron y empezaron a dudar de las últimas palabras de su padre por haberles engañado y mentido con el cuento del tesoro enterrado. Nuestro padre se ha burlado de nosotros y nos ha engañado. No hay ningún tesoro enterrado. Seguramente no sabía lo que decía. Abandonemos estas tierras y vámonos a la ciudad.

 

Al día siguiente empezaron a empacar y a guardar todo. Como tenían varias pertenencias y debían dejar todo en orden esto les tomó un poco más de un mes. Cuando ya estaban terminando de empacar y embalar sus pertenencias observaron cómo el campo, que estaba completamente árido y seco desde la enfermedad del padre, se había cubierto de una sombra verde que daba paso a los almácigos de lechugas, rabanitos y berenjenas cuyas semillas el padre había sembrado poco antes de su enfermedad y que solo esperaban unas manos generosas que revolviesen toda la tierra. Adicionalmente, el aire, poco a poco, fue perfumándose nuevamente. Fue en ese instante que los hermanos se dieron cuenta de lo que su padre les había dicho. He dejado enterrado un tesoro: búsquenlo. Definitivamente el padre no se refería a un tesoro de joyas ni monedas de oro. Se refería a un tesoro producto del esfuerzo y de la disciplina puestos en el trabajo o en el estudio. Avergonzados por haber dudado de su padre empezaron a desempacar con la firme convicción de quedarse en el huerto y seguir trabajando la tierra para que siga dando sus frutos.

 

De esta historia se pueden desprender varios aprendizajes. Me quedo con la idea de que si queremos ver los frutos en nuestra propia vida (“nuestro huerto”) es muy importante esforzarnos y ser disciplinados en las actividades que llevamos a cabo; fuese cual fuese la actividad. Y cuando hablo de disciplina, no me refiero a una disciplina como la que se aplica en la milicia o en los estados eclesiásticos sino a una disciplina impuesta por uno mismo (autodisciplina) la cual debemos hacer prevalecer ante cualquier circunstancia.

 

Lamentablemente, en estos tiempos, el término “disciplina” no goza de buena fama pues está asociado a aspectos negativos y a modelos educativos de antaño que se alejaban de los afectos y del respeto al ser humano. ¿Te animas a revertir esa mala fama?



[1] En la foto, postulantes preparándose para ingresar al programa de Medicina de la UPC. Saben de la importancia de la disciplina y el esfuerzo para lograr sus sueños.

domingo, 7 de julio de 2024

AULA INVERTIDA Y APRENDIZAJE AUTÓNOMO ¿UN MATRIMONIO FELIZ?

 

Foto: propia

AULA INVERTIDA Y APRENDIZAJE AUTÓNOMO

¿UN MATRIMONIO FELIZ?

(Primera parte)

Héctor Viale Tudela

Es bueno que nuestros estudiantes sean autorregulados y autónomos en su aprendizaje. Esto los llevará a un mejor desempeño académico tanto en la escuela como en la universidad y, además, más adelante, se reflejará positivamente en el mundo laboral. Pero ¿cuál es la mejor manera de conseguir esto?

Les presento una de las tantas maneras de hacerlo. Seguramente, muchos de ustedes conocen o han escuchado hablar de la metodología del aula invertida (conocida, también, como Flipped Classroom). Creo que es momento de preguntarnos si es que, efectivamente, el aula invertida desarrolla o potencia el aprendizaje autónomo del estudiante en un proceso en el que parte del sistema de enseñanza aprendizaje se desarrolla fuera del aula haciendo uso de la tecnología.

El concepto de aula invertida no es nuevo, existe desde la última década del siglo pasado (ejemplo del método de casos de Harvard), pero fueron los profesores Aaron Sams y Jonathan Bergmann quienes el año 2007 la popularizaron (recordemos que el primer video de Youtube apareció en el año 2005). Estos profesores tenían alumnos que para llegar a la escuela debían viajar varias horas y en varias oportunidades faltaban a clases. Estos profesores decidieron grabar sus clases y los videos se los enviaban a sus alumnos para que puedan estudiar de estos. Luego, generalizaron el envío a todos los alumnos para que puedan revisarlos antes de la sesión de clases.

¿En qué consiste la estrategia del aula invertida?

Cuando yo estudié en la universidad (y seguramente cuando varios de ustedes lo hicieron), el profesor hacía la teoría en la clase, nosotros tomábamos apuntes de esa teoría y, luego, íbamos a la casa o a la biblioteca (a veces en grupo, a veces solos) para buscar casos, ejercicios y problemas para resolver. Con la metodología del aula invertida, esto ya no es así; se invierte. El estudiante, antes de ir a clases, debe estudiar la teoría por su propia cuenta (desarrolla, según la taxonomía de Bloom, los procesos cognitivos de orden inferior) y, luego, en el salón de clases desarrolla los procesos cognitivos de orden superior como resolver casos, problemas y ejercicios con el resto de sus compañeros guiados por el profesor.

Esta metodología permite que el estudiante estudie por su propia cuenta (de manera independiente) el tema que se desarrollará en la clase. Y esto se puede hacer sin ayuda de la tecnología o con ayuda de ella. La gran ventaja de contar con la tecnología es que, entre otras cosas, desarrolla las competencias digitales del estudiante y, si utilizamos la tecnología, será más fácil que el estudiante acceda a los materiales: videos, material multimedia, enlaces a páginas Web, hojas en Excel, hojas en Word, etc.

Actualmente, en la universidad, estoy investigando la relación entre la metodología del aula invertida y el aprendizaje autónomo. Estamos recopilando data de varios años para tratar de probar lo que el año pasado presenté como hallazgo en el Congreso Internacional de Educadores.

Apenas termine la investigación compartiré con ustedes los resultados.